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El niño y la garza (Kimitachi wa Dou Ikiru ka) es la más reciente obra maestra del aclamado director Hayao Miyazaki y el legendario Studio Ghibli. En esta ocasión, les compartiremos nuestra reseña, detallando los aspectos que hacen de esta cinta una pieza excepcional y un hito en la trayectoria de Miyazaki y Studio Ghibli.
La trama de El niño y la garza
En esta nueva película de Studio Ghibli y Hayao Miyazaki, nos encontramos con Mahito, un joven de 12 años que se enfrenta a los desafíos de adaptarse a una nueva ciudad tras la pérdida de su madre. Esta transición se complica aún más cuando se cruza en su camino una garza parlante, una presencia misteriosa y perturbadora, que insiste en atormentar a Mahito con la afirmación de que su madre todavía está viva y que el secreto para encontrarla reside en una torre misteriosa.
La narrativa se teje en torno a la lucha interna de Mahito entre la realidad y la fantasía, entre el dolor del duelo y la tentación de creer en lo imposible. La película explora temas profundos como el manejo del duelo, la resiliencia ante los cambios de la vida, y la delgada línea entre la realidad y la imaginación.
Un estilo artístico que te hace viajar al pasado
Desde el primer minuto de El niño y la garza (Kimitachi wa Dou Ikiru ka) se nos presenta una estética visual muy característica de Studio Ghibli que nos hace viajar al pasado por su apartado visual que luce simplemente fenomenal, pero que recuerda a iconicas cintas de inicios de los 2000, tales El viaje de Chihiro y El castillo ambulante.
Desde los primeros minutos de El niño y la garza (Kimitachi wa Dou Ikiru ka), la película despliega un estilo visual distintivo, una firma de Studio Ghibli que nos transporta en un viaje nostálgico al pasado. Su apartado visual, que luce simplemente fenomenal, evoca recuerdos de icónicas cintas de inicios de los 2000 como El viaje de Chihiro y El castillo ambulante.
La excelente composición de Takeshi Seyama se complementa de forma magistral con la banda sonora de Joe Hisaishi para transmitir de una forma profunda las maravillas que oculta esta cinta y las emociones de sus personajes.
La película se complementa con la magistral composición de Takeshi Seyama, cuyo trabajo contribuye significativamente a la fluidez y al ritmo emocional de la película. Esta experiencia se ve realzada por la inolvidable banda sonora de Joe Hisaishi, cuyas melodías capturan y transmiten profundamente las maravillas ocultas en la trama y las emociones complejas de sus personajes.
Un mundo de fantasía que no para de cautivarte
Fieles a su legado que tanto los caracteriza, Studio Ghibli presenta una película repleta de fantasía que conforme más avanza se pone cada vez más alocado con conceptos e ideas que emocionan al niño interior de los espectadores. Hay muchos momentos donde no se puede procesar lo visto en pantalla y se nota Hayao Miyazaki no está interesado en dar explicaciones y simplemente quiere transmitir conceptos que dejan a la interpretacion lo que ocurre y ocasiona que uno termine reflexionando sobre lo visto.
Mas que una pelicula de animacion tradicional, estamos hablando que El niño y la garza (Kimitachi wa Dou Ikiru ka) es una cinta de culto que transmite emociones que te impactan emocionalmente.
Studio Ghibli, manteniendo su legado distintivo, nos presenta en El niño y la garza (Kimitachi wa Dou Ikiru ka) un universo lleno de fantasía que se vuelve cada vez más enigmático y fascinante a medida que avanza la trama. La película despliega una serie de conceptos e ideas que despiertan y emocionan el niño interior de cada espectador, llevándolos a través de un viaje surrealista y maravilloso. Cada escena está cargada de elementos tan sorprendentes y visualmente impactantes que, en ocasiones, desafían la comprensión inmediata.
El niño y la garza trasciende el concepto de una película de animación comercial, posicionándose como una cinta de culto. Su capacidad para transmitir emociones profundas y resonar a nivel emocional con el público es un testimonio de la habilidad narrativa de Miyazaki y del arte magistral de Studio Ghibli. Esta película no es solo un espectáculo visual, sino también un viaje emocional que deja una huella duradera en sus espectadores, consolidándose como una obra imprescindible en la historia del cine de animación.
El legado de Hayao Miyazaki
El niño y la garza se erige como una carta simbólica de Hayao Miyazaki, dirigida no solo a un sucesor, sino a las futuras generaciones de cineastas. En esta obra, Miyazaki parece transmitir un mensaje profundo y personal al señalar que su trayectoria creativa se encuentra en sus etapas finales y, con ello, la invitación a las nuevas generaciones para que continúen su legado.
Este legado no es solo el de crear películas emotivas, sino el de forjar narrativas que desafían lo convencional, que se atreven a explorar terrenos no transitados en el mundo de la animación. Miyazaki ha sido maestro en dejar mensajes simbólicos profundos en sus obras, mensajes que no solo entretienen, sino que también invitan a la reflexión y marcan profundamente a quienes los experimentan.
¿Deberías ver El niño y la garza?
Definitivamente deberías verla, esta última obra de Studio Ghibli es una experiencia que no deberías perderte. La película no solo destaca por la destreza narrativa y visual de Miyazaki, sino también una oportunidad para revivir la emoción y el asombro del niño interior que todos llevamos dentro.
El hecho de que esta podría ser la última gran producción de Hayao Miyazaki, un director cuya influencia ha trascendido generaciones e inspirado innumerables películas, añade un valor sentimental e histórico a la experiencia.
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Fuente original ANMO Sugoi