Japón: Una iglesia prohíbe el anime porque lo considera ‘del diablo’

Japón no se salva de los estigmas que existen hacia el anime por parte de los grupos religiosos, quienes por muchos años lo han considerado como un instrumento diabólico para los niños, aunque el testimonio que presentaremos a continuación es un poco más delicado.

Japón: Una iglesia prohíbe el anime porque lo considera ‘del diablo’

En Japón existe una religión llamada La Iglesia de la Unificación, una controvertida fe que ha sido señalada por una ideología muy conservadora, entre otras cosas. Recientemente, una mujer que perteneció a la segunda generación de esta religión, contó como fue su infancia bajo las normas de esa fe y destacó las restricciones y castigos a los que era sometida.

En una entrevista con NTV News recordó que en su infancia tenía prohibido ver cualquier anime, pues era considerado algo satánico y cuando desobedecía era sometida a un lavado de ojos.

“(Cuando era niña) pensaba que la doctrina del culto era algo que tenía que seguir absolutamente, y que lo era todo en este mundo. Tenía muchas limitaciones. Incluso si quería ver un anime famoso, me decían: ‘Ese es el anime de Satanás (diablo), así que no lo mires’. Me dijeron eso y me lavaron los ojos con agua», recordó en la entrevista con el medio citado.

Pero no sólo tenía ese tipo de prohibiciones, sino que también se extendían a otros ámbitos como su vida amorosa, donde también sufrió debido a las estrictas normas bajo las que se regían sus familiares por esa religión.

«Mi amor libre no es reconocido. Tuve novio por primera vez cuando estaba en la escuela secundaria, pero mi madre se enteró. Me dijeron que me arrepintiera por salir con un hombre y una mujer en violación de la doctrina de la Iglesia de la Unificación».

«Me criaron con el temor de ir al infierno si desobedecía las enseñanzas, así que no tuve más remedio que creer», agregó la entrevistada.

Por estos motivos, la entrevistada huyó de su casa al llegar a una edad en la que podía valerse más o menos por si misma y abandonó la religión para comenzar su propia vida en algún otro lugar de Japón.